Los gatos son más sensibles a los cambios de temperatura |
Mientras Nosotros nos abrigamos con gruesas chaquetas y bufandas para salir o levantarnos de la cama nuestros gatos aprovechan las mantas y sofás para guarecerse del frío y esconderse entre ellas para regular su temperatura corporal. También la muda de pelo otoñal les ayuda a preparar su pelaje para poder aguantar mejor el frío del invierno.
Otra imagen clásica de invierno es ver a un gato durmiendo sobre un radiador. Los felinos soportan el contacto con superficies calientes con temperaturas de hasta 50o, por eso los radiadores pueden ser un agradable lugar sobre el que echarse una siesta.
Que soporten bien el calor y les guste tener cerca una fuente de calor no debe hacernos “bajar la guardia”. Cuando las temperaturas bajan y encendemos calefactores o chimeneas, estar más pendientes de nuestros felinos amigos es aconsejable.
Para evitar el riesgo de que nuestros amigos puedan tener cualquier tipo de accidente es conveniente no dejar los calefactores encendidos cuando no estamos en casa. Así evitaremos que, llevados por su innata curiosidad, introduzcan las patas o los bigotes en el calefactor, la estufa o el brasero; y también que, en alguna de sus locas carreras , tiren al suelo el calefactor, se enreden con un cable o acerquen a una fuente de calor algún juguete u objeto inflamable que provoque un disgusto de mayor calibre.
Hay gatos más sensibles que otros al frío, las razas más delicadas requieren mayores cuidados en esta época del año. Los gatos de poco pelo, como el siamés, o los que no tienen pelo en absoluto, como el sphynx, necesitan protección extra para el frío.
El frío les afecta más o menos dependiendo también de la edad. En la primeras etapas de la vida del gatito y cuando se hacen mayores (con más de 7 años podemos considerar que un gato se ha hecho mayor), su sistema inmunológico y sus defensas no actúan al 100%. Es fundamental la alimentación para que las bajas temperaturas no les afecten de forma severa, en cada etapa de su desarrollo el veterinario aconsejará las mejores pautas alimenticias.
Si nuestro gato hace vida exterior e interior o sólo vive dentro de casa también influye en el efecto que las bajas temperaturas tengan en su organismo. Si tenemos jardín o terraza y nuestro gato pasa la mayor parte del día de aventuras por los tejados o los patios, es posible que sea indicado un aporte extra de energía en su alimentación para que mantenga equilibrada su temperatura corporal.
Si nuestro gato no sale de casa, hay calefacción y pocos cambios de temperatura, su alimentación no precisará de suplementos específicos en invierno porque tal vez podría engordar más de lo conveniente. Pensemos que, en épocas de frío, los gatos tienen tendencia a realizar menos ejercicio y, por lo tanto, si hay extras en su alimentación no los quemarán como en otras épocas del año en las que se muestran más activos.
Consultad con vuestro veterinario, él os dará las indicaciones y recomendaciones a seguir en cada caso.
Por último, sí, los gatos pueden resfriarse. Sabremos que nuestro gato se resfría si presenta síntomas que casi podríamos comparar con los nuestros:
- sus ojos están más llorosos de lo normal
- estornudan muy a menudo
- tienen más mucosidad
- tienen menos ganas de correr y jugar
Si identificamos estos síntomas no demoremos en llevarle al veterinario , con el tratamiento adecuado podemos evitar que un resfriado se complique y pueda llegar a afectar a los pulmones.
Gracias por leer........
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